Falleció Raúl Barboza, ícono del chamamé y embajador de la música litoraleña

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El mundo de la música popular argentina está de luto tras la muerte de Raúl Barboza, el célebre acordeonista y compositor que llevó el chamamé a escenarios internacionales.

Falleció a los 87 años en París, ciudad donde residía desde 1987, según confirmó su productor artístico, Alberto Felici, mediante un comunicado enviado por Olga Bustamante, esposa del músico. La noticia, difundida hoy, dejó un profundo pesar en la comunidad cultural.

Nacido en Buenos Aires el 22 de junio de 1938, Barboza mostró un talento excepcional desde temprana edad, ganándose el apodo de “Raulito El Mago” por su destreza con el acordeón a los seis años. A lo largo de más de 70 años de carrera, se convirtió en un referente indiscutido del chamamé, fusionando los sonidos tradicionales del Litoral argentino con elementos de improvisación y otros géneros, lo que le permitió conquistar audiencias en Europa, América y África.

Su trayectoria estuvo marcada por colaboraciones con figuras de la talla de Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Cesaria Evora y Peter Gabriel, entre otros. Barboza no solo llevó el chamamé a prestigiosos escenarios internacionales, sino que también lo enriqueció con un estilo único que combinaba la esencia folklórica con una visión moderna, consolidándose como un puente entre la tradición y la innovación.

El legado de Barboza fue reconocido con numerosos galardones, incluyendo tres Premios Atahualpa, el Premio Konex como una de las cinco mejores figuras de la música popular argentina en el rubro de instrumentista folklórico, el Premio SADAIC “Francisco Canaro” por su labor en la difusión del chamamé y el Premio Clarín como Mejor Artista del Año. Estas distinciones reflejan su impacto tanto en Argentina como en el exterior.

La partida de Raúl Barboza deja un vacío en la música del Litoral y en la cultura argentina. Su acordeón, que resonó en escenarios de todo el mundo, seguirá siendo un símbolo de identidad y un faro para las nuevas generaciones de músicos. Su obra, impregnada de la riqueza del chamamé, permanece como un testimonio eterno de su genialidad y su compromiso con la difusión de la música argentina.