Corrientes bajo el agua: lluvias cuadruplican el promedio histórico y mantienen la ciudad en alerta

La ciudad de Corrientes enfrenta una emergencia hídrica sin precedentes tras sufrir un diluvio extraordinario durante las últimas semanas.
Las precipitaciones acumuladas desde el 8 de diciembre superan los 650 milímetros, una cifra que cuadruplica y casi quintuplica el promedio histórico mensual para diciembre, el cual se sitúa en apenas 170 mm. La situación ha dejado a la ciudad “completamente sobrepasada”, según admitió el subsecretario de Gestión Integral de Riesgos municipal, José Pedro Ruiz.
La magnitud de las lluvias ha colapsado la capacidad natural de absorción del terreno. Ruiz explicó que todas las lagunas periféricas ya alcanzaron sus niveles máximos históricos, lo que mantiene en constante amenaza a los barrios ubicados en zonas bajas. Aunque se espera un breve alivio en las próximas horas, el pronóstico anuncia el regreso de tormentas intensas para el domingo, lo que mantiene la situación en un estado de fragilidad crítica.
Las consecuencias humanas son directas: actualmente 160 personas se encuentran evacuadas y reciben asistencia, principalmente en la Escuela Nº 275. Los barrios más afectados por los anegamientos son La Olla, San Ignacio, sectores de Ponce Sur, Sapukay y Santa Rita Sur, cuyos habitantes debieron abandonar sus hogares ante el avance imparable del agua.
La infraestructura urbana también sufre el embate. Aunque el sistema de drenaje funcionó conforme a su diseño, la volumetría de agua resultó abrumadora. “El problema no es cuando el agua corre rápido, sino cuando queda estancada”, detalló Ruiz, señalando que el flujo lento arrastra sedimentos y residuos que terminan obstruyendo sumideros y canales. Esto obligará a los equipos municipales a repetir las tareas de limpieza una vez que las aguas retrocedan.
La crisis se extiende a la costa, donde un tramo de la avenida Costanera, a la altura de playa Islas Malvinas, permanece cortado al tránsito. La causa es un desmoronamiento de tierra y un riesgo inminente de socavamiento, agravado por la falta de un muro de contención en esa zona. La ciudad, que intenta normalizarse lentamente, permanece a la expectativa del cielo y con la alerta encendida ante un suelo ya saturado y la amenaza de nuevas precipitaciones.
