Marcelo Macarrón liberado de culpa y cargo, asesinato de Nora Dalmasso quedará impune
En la recta final del juicio por el crimen de Nora Dalmasso, el fiscal Julio Rivero dijo que no hay elementos para acusar al único imputado de instigar el crimen, Marcelo Macarrón quien hoy estuvo acompañado de sus hijos, Facundo y Valentina.
A dos horas de comenzar su alegato, confirmó que no puede llevar adelante la acusación contra el viudo y pidió su absolución. Sin acusación, los ocho ciudadanos que integran el jurado popular y los tres jueces técnicos que dirigen el debate no pueden dictar una sentencia condenatoria.
El viudo era la última pieza del caso: no hay asesino identificado, y si hoy diera la cara y confesara, la Justicia no podría acusarlo, porque la causa por el expediente ya prescribió. Así, a casi 16 años del homicidio, el caso será cerrado y quedará impune. Pasará a integrar la larga lista de misterios del crimen de la historia argentina.
“No puedo sostener que la mató un sicario, no porque no haya prueba, sino porque hay prueba de que hubo un acto sexual consentido. El acto sexual consentido echa por tierra un acuerdo criminal”, sostuvo Rivero.
“Como soy un fiscal íntegro, y no dañino, voy a pedir la absolución. Sería irresponsable, oportunista y cobarde si acusara”, dijo el fiscal.
Al escuchar esas palabras, Macarrón estalló en llanto. Saldrá de los tribunales de Río Cuarto como un hombre totalmente libre de culpa y cargo.
A lo largo de su alegato, que se extendió tres horas, Rivero criticó la investigación de los fiscales que lo precedieron, de la Policía, de los médicos y de los peritos forenses. “La acusación de (Luis) Pizarro (NR: el que elevó la causa a juicio nadie la controló”, dijo y planteó que está llena “de hechos neutros que no me dicen nada”.
“Sería un acto de irresponsable acusar a Macarrón de homicidio por promesa o pago remuneratorio”, sintetizó. “No puedo torcer la voluntad de la prueba, soy el abogado de la sociedad y siento orgullo, pero eso no me autoriza a acusar por acusar -concluyó-. La prueba me dejó solo”.
Fue el epílogo de una mañana cargada de tensión. Ante una sala de audiencias llena, con Juan Dalmasso, hermano de la víctima, entre el público, el fiscal Rivero comenzó su alocución repasando algunos de los procesos con jurados populares –como este– y también habló de cómo el caso, que comenzó el último fin de semana de noviembre de 2006, impactó en la opinión pública de Río Cuarto y de todo el país publica Contexto.
Críticas y lamentos
Antes de admitir que no acusaría, el fiscal criticó las declaraciones de Daniel Zabala, el bioquímico que develó de quién era el semen hallado en la víctima y que, ayer dijo que no entiende por qué se desestimó esa prueba. “Ni Zabala encontró semen, ni el FBI le dio la razón”, afirmó el fiscal. Sus cuestionamientos son similares a los que realiza sobre esas pruebas la defensa de Macarrón, encabezada por el abogado y ex fiscal general de Córdoba Marcelo Brito.
Rivero sostuvo que los hijos Facundo y Valentina vivieron un calvario y aseguró que Nora Dalmasso “fue, es y será después de su muerte una víctima de violencia de género”. Añadió que “se la convirtió en una mala víctima” y que se la empezó a culpabilizar luego del crimen.
Refirió también que “no hay un testigo que no haya declarado en este debate que no diga que el matrimonio entre Nora y Marcelo era normal. Sin embargo, la propia Nora, el círculo íntimo y la autopsia psicológica, que va apareciendo como la mejor prueba de todas, dicen lo contrario”.
En este proceso no hay querellantes. La única fue la madre de Dalmasso, Nene Grassi, que renunció poco antes de empezar el juicio. Los hijos nunca se presentaron como particulares damnificados, aun cuando habían asegurado que lo harían después de que Facundo (que llegó a estar imputado cuando se develó que el semen hallado en la víctima tenía ADN de “linaje Macarrón”, aunque la precisión posterior lo sacó de escena) quedara afuera de la causa.
El fiscal lamentó: “La tendría que haber defendido la familia, por eso dije que Nené Grassi me dejó solo”.
Macarrón, que llegó al debate acusado de ser el instigador del crimen está con sus abogados. Se espera que el alegato de Brito sea un mero trámite ante los ocho jurados populares y los jueces técnicos, Daniel Vaudagna, Natacha García y Gustavo Echenique Esteve.
Como la Fiscalía no acusó, el tribunal no puede condenar, a menos que el pedido de absolución sea manifiestamente infundado (aun cuando los jueces no compartan los fundamentos). Un exfiscal de Cámara explicó que es así desde los precedentes “Tarifeño” (1989) y más recientemente “Mostachio” (2006), de la Corte Suprema de la Nación, y “Laglaive” (de la misma época) del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba. Si fuere infundado, la Cámara puede anularlo, e invitar al fiscal a que lo reformule (pasó una vez en la Cámara 10ª del Crimen).
Lo cierto es que el desarrollo del juicio, que comenzó a mediados de marzo pasado, permitió entrever este final. Ningún testigo aportó ninguna declaración directa de la presunta implicación del viudo en el homicidio de su mujer. Nadie señaló a ningún asesino verosímil (los hijos de Macarrón apuntaron contra Miguel Rohrer, alias El Francés, pero para el fiscal estuvo completamente fuera de su radar) y tampoco aparecieron pruebas documentales o técnicas del supuesto contubernio entre Macarrón y un sicario para que matara a Nora en el momento en que él estaba de viaje en Punta del Este.
El desistimiento de cientos de testigos -incluidos los amantes reconocidos de la víctima y de su esposo- y el adelanto en más de medio año de la etapa de alegatos y cierre también fueron un fuerte indicio de que el caso no daba para más.
La hipótesis con que se elevó a juicio
El fiscal Pizarro, acusó a Macarrón de haber contratado a sicarios para asesinar a su esposa. Por la sala de audiencia pasaron 71 testigos; ninguno aportó nada nuevo al expediente que acumuló 34 cuerpos, anexos y 10.000 fojas.
La elevación al juicio sostenía que mientras Macarrón “se encontraba en Uruguay entre las 20 del día 24 de noviembre de 2006 y antes de las 3.15 del 25 de noviembre, al menos una persona se hizo presente en el domicilio de calle 5 número 627 de Villa Golf, ingresó con una de las llaves de acceso y se escondió en el interior a la espera de que llegue” Dalmasso.
Ella había salido a cenar con un grupo de amigas –”las congresistas”, se autodenominaban–, después se quedaron un rato más en la casa de una de ellas y regresó a su vivienda.
Para Pizarro, el asesinato pretendía esconder motivos económicos que provocaban diferencias en la pareja. “Tanto la personalidad del imputado –avaro y pijotero– como de la víctima, aguerrida frente a sus pretensiones, permiten inferir que el conflicto personal y económico fue el motivo del hecho que investigamos”, señala el texto de la acusación.
Inicio demorado
Al inicio de la jornada, la antepenúltima del juicio por el asesinato, hubo una inesperada demora. Es que uno de los ocho jurados populares que deberán resolver si el viudo, Marcelo Macarrón, es “culpable o no culpable”, sufrió un ataque de pánico y debió ser reemplazado por uno de los suplentes. Una vez concluido ese cambio, el fiscal de Cámara comenzó con su presentación.
Es la segunda vez que esto ocurre: en las primeras semanas de debate, uno de los jurados fue objetado por las partes cuando se lo vio conversando con Facundo Macarrón, hijo del acusado de haber pagado a sicarios para que maten a la víctima cuando estaba sola en su casa del barrio cerrado Villa Golf, de Río Cuarto, el último fin de semana de noviembre de 2006. Ese jurado debió ser reemplazado por un suplente.