Productores rurales en crisis: el fin del modelo colono y la dependencia de las grandes empresas

El modelo tradicional del productor rural independiente, conocido históricamente como “colono”, ha desaparecido prácticamente en la región, dando paso a un sistema donde los antiguos dueños de campos ahora trabajan como prestadores de servicios para grandes fondos de inversión y empresas agrícolas.
Aníbal De Ángeli, representante de la Filial Puiggari de Federación Agraria, alertó sobre la crítica situación que enfrentan estos trabajadores del campo, obligados a competir entre sí por contratos cada vez más desventajosos.
“Antes el productor sembraba su propia tierra o arrendaba lotes cercanos. Hoy esos mismos hombres de campo deben ofrecer sus máquinas y mano de obra a corporaciones que controlan miles de hectáreas”, explicó De Ángeli. Este cambio de paradigma ha generado una profunda crisis en las economías locales, ya que los pequeños productores que antes dinamizaban los comercios de insumos y talleres mecánicos de los pueblos ahora sobreviven con magros ingresos como empleados de estas grandes empresas.
El dirigente denunció las prácticas abusivas del nuevo sistema: “Las corporaciones fijan precios unilateralmente para servicios de siembra, laboreo y cosecha, ignorando las tablas de referencia de la asociación de contratistas. Si no aceptas sus condiciones, te quedas sin trabajo y con la maquinaria oxidándose en el galpón”. A esto se suma el rápido deterioro de los equipos agrícolas, cuya renovación resulta imposible con los bajos márgenes que deja la actividad.
La situación se agrava por la combinación de tres factores: la concentración de tierras en pocas manos, la feroz competencia entre contratistas y una carga tributaria asfixiante. “Lo que ganamos apenas alcanza para subsistir”, lamentó De Ángeli, quien remarcó que muchos antiguos colonos hoy deben disputarse los mismos trabajos, aceptando condiciones cada vez más desfavorables por necesidad.
Frente a este panorama, el representante agrario planteó una pregunta crucial: “¿Cuánto tiempo más podremos sostener este sistema que nos condena a la precariedad?”. Su testimonio refleja la agonía de un modelo productivo que durante décadas fue el sustento de las economías regionales y que hoy parece condenado a desaparecer bajo el avance de la agricultura corporativa, dejando a su paso comunidades rurales empobrecidas y sin perspectivas.