Uruguay enfrenta crisis silenciosa: lidera tasas de suicidio en América Latina

Con 23 suicidios por cada 100.000 habitantes, Uruguay ostenta la tasa más alta de América Latina, duplicando el promedio regional (9/100.000).
Los datos oficiales revelan que entre 2021 y 2023 se registraron 2.351 muertes autoinfligidas, alcanzando su pico histórico en 2022 con 823 casos. Un fenómeno que afecta especialmente a adultos mayores (39.3/100.000 en personas de 75-79 años) y jóvenes (32.5/100.000 entre 25-29 años), según cifras del INE y el Ministerio de Salud.
Factores multicausales en una sociedad “patologizada”
Expertos como el antropólogo Nicolás Guigou describen a Uruguay como “una sociedad suicida”, donde convergen problemas estructurales: soledad en adultos mayores (18% de la población tiene más de 65 años), crisis económicas y falta de proyectos vitales. El informe del Banco de Previsión Social identifica determinantes clave: “valores, esperanza, sufrimiento y redes de apoyo”, con regiones críticas como Lavalleja (39.5/100.000) donde se combinan aislamiento geográfico y limitado acceso a salud mental.
Brechas de género y fallas sistémicas
Aunque el 75% de los casos corresponde a hombres, 2023 marcó un récord histórico en suicidios femeninos. La exsenadora Carmen Sanguinetti advierte sobre la urgencia de políticas públicas que aborden dos ejes: contexto socioeconómico (40% de jubilados bajo línea de pobreza) y redes familiares. Críticamente, el país carece de datos actualizados sobre intentos de autoeliminación -la última estadística es de 2014-, pese a que la OPS exige mejor vigilancia epidemiológica.
De la alarma a la acción: estrategias en marcha
Frente a esta emergencia silenciosa, Uruguay implementa la Estrategia Nacional de Prevención del Suicidio, que incluye capacitación a medios para coberturas responsables y protocolos hospitalarios. Un caso emblemático fue la intervención en enero 2025 del futbolista Luis Suárez, quien disuadió a un hombre de suicidarse en Ciudad del Este. La OPS insta a replicar estas prácticas, destacando programas piloto con seguimiento a sobrevivientes de intentos.
El desafío de revertir una tendencia histórica
Pese a la leve reducción en 2023 (7.3% menos que 2022), Uruguay mantiene cifras comparables a países en guerra. Las autoridades enfrentan el reto de desestigmatizar la salud mental mientras expanden servicios terapéuticos -actualmente insuficientes en el interior-. Como señala Guigou: “No es que haya suicidios, sino una sociedad que naturaliza el sufrimiento existencial”. La meta para 2025 es reducir la tasa a 15/100.000, meta que exige abordar tanto las carencias materiales como el vacío espiritual que aflige a su población.