¡Zombie a la Vista!: Confusión y risas en la calle Ramírez de Paraná

En una mañana que prometía ser ordinaria, los vecinos de la intersección de calle Ramírez y Villaguay se encontraron con una escena digna de una película de terror… o de comedia.
Un hombre, aparentemente en un estado “zombie”, comenzó a causar revuelo entre transeúntes y curiosos al devorar barro como si fuera una exquisitez culinaria de la más alta cocina. Y es que, cuando un “zombie” se pasea sin avisar, las vibraciones del vecindario no tardan en hacerse notar.
Los testigos, que jamás imaginaron que su día incluiría un espectáculo tan peculiar, no dudaron en marcar el número de la policía, posiblemente pensando que alguien había desencadenado el apocalipsis de los muertos vivientes. “Gruñía como en un documental de naturaleza, pero más aterrador”, comentó uno de los habitantes locales, añadiendo que nunca se había sentido tan cerca de una película de horror… sin los efectos especiales, claro está.
La situación, aunque alarmante a primera vista, se tornó rápidamente en una suerte de caza de fantasmas improvisada. Los niños, lejos de asustarse, comenzaron a buscar entre sí quienes podrían hacer la mejor imitación del inusual “zombie barro” para el juego del recreo. Y mientras la policía acudía al llamado, los adultos se preguntaban si tendrían que preparar suéteres o palas, en caso de que la “invasión zombie” se volviera un fenómeno habitual.
Sin embargo, lo que realmente quedó en el aire fue la pregunta: ¿por qué comer barro? Las teorías no se hicieron esperar: desde un nuevo detox extremo hasta un hack de salud de un “influencer” poco convencional. Mientras tanto, el inusual personaje continuaba con su performance, ajeno a cómo había convertido una rutinaria mañana en un evento digno de ser contado por generaciones.
Finalmente, la policía llegó, listas para salvar el día del apocalipsis zombie. Lo que encontraron no fue más que un hombre confundido, que probablemente solo estaba buscando un poco de atención (y tal vez una receta de barro a la parrilla). Cuando se le preguntó sobre sus acciones, se limitó a encogerse de hombros, dejando claro que, a veces, lo más extraño es simplemente la vida misma en la calle Ramírez. ¡Y así, el día continuó, con más risas que sustos!