Fallece el Cardenal Estanislao Karlic, figura clave de la Iglesia Argentina

El Arzobispado de Paraná anunció este viernes el deceso del Cardenal Estanislao Esteban Karlic, quien falleció a los 99 años.

Según informaron, el prelado enfrentó en los últimos meses diversos problemas de salud que deterioraron su condición, culminando en su partida, que ha conmocionado a la comunidad religiosa y social.

Estanislao Karlic dejó un legado imborrable en la Iglesia Católica argentina, destacándose por su compromiso pastoral y su capacidad para conectar con los fieles. Su trayectoria, marcada por la humildad y la dedicación, lo convirtió en una figura venerada en Entre Ríos y más allá, siendo un referente espiritual para generaciones.

La noticia de su fallecimiento generó un profundo dolor en la región, donde era ampliamente respetado por su labor en favor de los valores cristianos y el diálogo comunitario. Las redes sociales y los medios locales se llenaron de mensajes de condolencias, reflejando el impacto de su partida en la sociedad entrerriana.

El Arzobispado de Paraná indicó que en las próximas horas se comunicarán los detalles sobre las ceremonias fúnebres y los actos de homenaje que se realizarán en memoria del Cardenal. Se espera que las exequias reúnan a numerosos fieles y autoridades eclesiásticas para despedir a quien fuera un pilar de la Iglesia en Argentina.

Mientras tanto, las parroquias de la región comenzaron a organizar misas en su honor, invitando a los fieles a unirse en oración por el eterno descanso de Karlic. Su vida y obra, aseguran, seguirán inspirando a quienes buscan un mensaje de fe y esperanza en tiempos desafiantes.

Fingieron devoción para delinquir: insólito robo dentro de una iglesia en Santa Fe

En un acto tan insólito como desconcertante, dos personas protagonizaron un robo dentro de la parroquia San Pablo Apóstol, ubicada en el barrio Guadalupe de Santa Fe.

El hecho ocurrió minutos antes de una misa, cuando los sospechosos ingresaron al templo y se mezclaron entre los fieles. Simulando ser creyentes, participaron de la ceremonia mientras planeaban su golpe.

Las cámaras de seguridad registraron toda la secuencia. Uno de los implicados tomó un cuadernillo y se lo entregó a su cómplice, con el propósito de parecer integrados en la liturgia. Luego, ambos se ubicaron detrás de una mujer que rezaba de rodillas. Aprovechando un descuido, el hombre le sustrajo un porta tarjetas que se encontraba a su lado, sin que la víctima se percatara en el momento.

Finalizado el robo, los delincuentes se retiraron del lugar con notable tranquilidad. Como cierre de su actuación, se persignaron y, en un gesto que acentúa el contraste entre lo sagrado y lo profano, uno de ellos incluso consumió una hostia. Todo fue ejecutado con tal naturalidad que no despertaron sospechas entre los asistentes.

La víctima, habitual concurrente del templo, notó la ausencia de sus pertenencias al llegar a su auto. Al revisar las cámaras de seguridad, descubrió con sorpresa que había sido víctima de un robo durante la misa. El tarjetero sustraído contenía documentos personales como su DNI y licencia de conducir.

Posteriormente, al realizar la denuncia y mostrar las imágenes en una oficina pública, surgió un nuevo dato inquietante: algunos empleados reconocieron a los autores del hecho por haber estado involucrados en otros comportamientos sospechosos en el barrio. El caso reaviva el debate sobre la impunidad de ciertos delincuentes y la vulnerabilidad de espacios que deberían ser santuarios de paz.

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