La madrugada del viernes en el barrio Nueva Esperanza de Santa Fe se convirtió en escenario de una violenta crisis familiar protagonizada por un agente de la policía provincial.
El hombre se atrincheró en su vivienda tras disparar contra su pareja y agredir a su hija, generando una situación de máxima tensión que se prolongó por más de dos horas.
El episodio comenzó cerca de las 6:30, cuando los vecinos alertaron sobre gritos y movimientos sospechosos. Desde el patio de su casa, el policía amenazaba con un arma en mano, mientras su pareja —una mujer de 54 años— era trasladada de urgencia al hospital Iturraspe con al menos cuatro impactos de bala. Su hija de 16 años, en estado de shock, presentaba un fuerte golpe en la cabeza.
Durante la cobertura en vivo del medio AIRE, se registraron dos ráfagas de disparos que estremecieron a la zona. La primera ocurrió a las 7:55, provocando momentos de pánico entre los efectivos presentes. La segunda, casi una hora después, volvió a sacudir el ambiente con al menos cinco detonaciones provenientes del patio de la vivienda.
El operativo policial logró finalmente reducir al agresor, quien fue detenido y trasladado al hospital Cullen. La rápida intervención evitó una tragedia mayor, aunque el impacto emocional en la comunidad fue profundo. Vecinos relataron el horror vivido y la incredulidad ante el accionar de un miembro de las fuerzas de seguridad.
Este hecho reabre el debate sobre el estado psicológico de los agentes policiales y los protocolos de contención ante situaciones de violencia intrafamiliar. Mientras la investigación avanza, la sociedad santafesina exige respuestas y medidas concretas para prevenir que episodios como este se repitan.
