Encuesta sacude al gobierno de Diamante: Gieco con baja imagen y el PJ como favorito

Una reciente encuesta reveló un fuerte descontento con la gestión del intendente Ezio Gieco, cuya imagen positiva apenas alcanza el 30%.

Los datos, que generaron conmoción en el gabinete municipal, muestran un escenario adverso para el oficialismo, mientras cobran fuerza el Partido Justicialista con un 55%.

Además del Justicialismo, En contraste, La Libertad Avanza apenas logra un 10%, evidenciando una brecha significativa entre los posibles favoritos electoralmente.

Los resultados llegaron hasta el gobernador Rogelio Frigerio, quien recibió con preocupación los números no solo por la situación en Diamante, sino por el impacto en su propia imagen, que también registra una caída. Fuentes cercanas al mandatario confirmaron que su visita a la ciudad el pasado 9 de julio tuvo como objetivo presionar a Gieco para revertir el declive en su aprobación.

La gestión de Gieco enfrenta múltiples reclamos vecinales, desde la falta de luminaria y servicios básicos hasta la crítica situación del cementerio, donde la escasez de nichos se ha convertido en un problema urgente. Estas demandas insatisfechas han alimentado el malestar ciudadano, reflejado en los números de la encuesta.

Con el escenario político en movimiento, el PJ se perfila como favorito de cara a las próximas elecciones. Mientras tanto, el oficialismo busca estrategias para recuperar terreno en una ciudad donde el desencanto parece ganar cada vez más espacio.

La gestión Gieco, entre la impotencia y la improvisación

El intendente Ezio Gieco visitó los estudios de DiamanteFM y dejó, quizás sin proponérselo, una de las radiografías más crudas de su propia administración. Al cabo de un año y medio de gestión, no solo no ha habido grandes obras ni transformaciones visibles, sino que el propio mandatario reconoció —con el desparpajo del que habla de la incapacidad de su gestión como si fuera de otro— que “no hemos obtenido los resultados esperados”. La frase, dicha como quien comenta que el asado le salió seco porque la carne no era buena, funciona como la marca de una gestión que nunca supo cómo empezar.

Gieco llegó a la intendencia con un equipo sin experiencia, sin proyecto claro y con escasa preparación técnica. Salvo por algunos funcionarios de carrera que sostienen con dignidad lo básico del aparato municipal, el resto del gabinete parece más un elenco de voluntarismos mal organizados que un equipo de gobierno. La falta de planificación no es una acusación política: es un hecho. Se refleja en cada área, en respuestas desorganizadas y en promesas que se diluyen sin llegar a concretarse.

La obra pública brilla por su ausencia. El intendente menciona avances menores como si fueran hitos históricos: un plan de bacheo fragmentario, luminarias en un camping municipal, o la reparación de una bajada al puerto que no tiene fecha cierta ni responsables definidos. Mientras tanto, obras estructurales como la estabilización de las barrancas o el funcionamiento del parque industrial siguen siendo promesas, sin fondos ni ejecución. La terminal, el Cristo Pescador, el traslado de viviendas en riesgo: todo está en veremos.

En el plano económico, se jacta de tener un municipio “saneado”, con $1.500 millones reservados. Pero tener fondos inmovilizados no es gestión: es pasividad. Si hay recursos y no se traducen en obras concretas, el problema no es el dinero: es la capacidad de gobierno.

La cuestión salarial, de trabajadores municipales sumidos a sueldos miserables, no se resuelve con reuniones cada tanto, ni con frases moralizantes. Tampoco alcanza con culpar a la Nación o a la provincia por la ausencia de aportes cuando no se hacen gestiones para obtenerlos.

El turismo, uno de los motores potenciales de la ciudad, quedó reducido a mantener un predio y habilitar cabalgatas. El motoencuentro, una marca cultural de Diamante, se dejó de lado con excusas rebuscadas y miedo a que se les vaya de las manos. Es más fácil renunciar que gestionar.

El resumen es simple: se gobierna sin rumbo. El intendente reconoce que las cosas no salieron como esperaba. Pero lo que no dice, y acaso ni siquiera comprende, es que no se puede esperar ningún resultado cuando no hay un proyecto.

La gestión Gieco no administra: sobrevive. Y no por falta de recursos, sino por una alarmante falta de idea y de oficio.

Gieco ganó la elección. Pero Diamante necesita algo más que eso. Necesita un intendente.

Nota de opinión de El Beto de Diamante

La plazoleta olvidada: niños que juegan entre el abandono en barrio El Progreso

En un rincón olvidado de los barrios El Progreso y Consorcio, una veintena de niños transforma cada domingo la abandonada plazoleta “Carlitos Bala” en su territorio de juegos.

Entre yuyales altos que ocultan a los más pequeños, mosquitos y falta de infraestructura básica, estos gurises patean pelotas, crean amistades y construyen sueños en el único espacio que les queda para ser niños. Sus padres, conscientes del abandono institucional, acompañan esta resistencia silenciosa que les permite conservar aunque sea un fragmento de infancia.

La realidad de esta plazoleta contrasta con lo establecido en las leyes de Ordenamiento Territorial, que prometen espacios verdes dignos para el desarrollo comunitario. Mientras un banco solitario, tres juegos rotos y un arco de fútbol desvencijado son los únicos testigos de esta lucha, las familias se preguntan por qué su sector del barrio permanece invisible para las autoridades municipales. “El contraste es evidente: a pocas cuadras hay áreas mantenidas, mientras nosotros seguimos esperando lo básico”, comenta una vecina mientras observa a los niños jugar.

Desde la perspectiva de una madre que lleva a su hijo cada semana a esta plazoleta, la cruda realidad se hace evidente: falta agua potable, las malezas atraen insectos, los pocos árboles que los vecinos plantaron fueron mutilados y la oscuridad por falta de luminarias obliga a reconocer a los niños por sus voces más que por su aspecto. El caminito que serpentea entre los yuyales se ha convertido en metáfora del abandono sistemático que sufre esta comunidad.

Mientras los niños improvisan partidos en el arco roto -donde algunos demuestran talento para el fútbol- los adultos reflexionan sobre las oportunidades negadas. La pregunta flota en el aire: ¿por qué este sector del barrio parece condenado a la desidia permanente? Más allá de los juegos rotos y la falta de mantenimiento, lo que realmente duele es la indiferencia de quienes tienen el poder de cambiar esta realidad pero eligen mirar hacia otro lado.

Este rincón olvidado de la ciudad clama por atención urgente. No se piden lujos, sino simplemente que se cumplan las leyes existentes: espacios seguros, luminarias, mantenimiento básico y la posibilidad de que estos niños puedan jugar sin riesgos. Mientras tanto, la gurisada sigue convirtiendo la plazoleta en su cancha, demostrando que ni el abandono puede apagar su derecho a soñar. La pelota sigue rodando, pero el tiempo para actuar se agota.

Empleados municipales mantienen protesta frente al palacio municipal ante la falta de respuestas

Trabajadores municipales se congregaron frente al palacio municipal en horas de la noche para exigir una respuesta concreta a sus reclamos laborales.

Con carteles y consignas, los manifestantes expresaron su malestar por el silencio que mantiene el ejecutivo local ante sus demandas, que incluyen mejoras salariales y condiciones de trabajo dignas.

Los empleados denuncian que sus reclamos han sido sistemáticamente ignorados por las autoridades, pese a haber presentado formalmente sus peticiones hace más de un mes. “No pedimos privilegios, solo que se cumpla con lo básico”, declaró uno de los manifestantes, quien prefirió mantener su identidad en reserva por temor a represalias laborales.

La protesta se desarrolló de manera pacífica, aunque con un marcado tono de frustración entre los asistentes. Mientras que otros exhibían sus recibos de sueldo para evidenciar los bajos montos que perciben. El movimiento ha ganado adhesiones de otros sectores gremiales de la ciudad.

Fuentes cercanas al gobierno municipal indicaron que las autoridades estarían evaluando una posible mesa de diálogo, aunque sin fechas concretas. Esta postura fue rechazada por los manifestantes, quienes exigen compromisos escritos y plazos definidos. “No queremos más promesas vacías”, afirmó una empleada del área de servicios públicos.

Mientras tanto, los trabajadores advirtieron que intensificarán las medidas de fuerza si no obtienen respuestas satisfactorias en los próximos días. La situación mantiene en vilo a la administración municipal, que enfrenta crecientes críticas por su manejo del conflicto laboral. El clima de tensión parece lejos de resolverse mientras persista la falta de comunicación entre las partes.

¿Forma de época o patología de poder?

En la Argentina contemporánea, la del siglo XXI entrado en fase acelerada de descomposición institucional, no resulta raro encontrar en la figura presidencial un estilo que descoloca.

Javier Milei ha naturalizado la ofensa como argumento, la denigración como estrategia retórica y el exabrupto como política de comunicación. Lo que para cualquier manual de convivencia democrática sería inadmisible, en su caso ha sido investido de autenticidad. Hay, detrás de ese comportamiento, un entramado más profundo: una sociedad que no sólo lo tolera, sino que, en parte, lo celebra.

Este fenómeno, por supuesto, no queda restringido a la cúspide del poder. Como ocurre siempre en política, las formas se derraman: desde la cima hasta los eslabones más bajos de la cadena institucional. En ese sentido, el caso del intendente Ezio Gieco, de Diamante, ofrece una versión local de esta lógica de emocionalidad descontrolada hecha gobierno.

Conocido nacionalmente —y lamentablemente también en su ciudad— por no poder leer un texto en un acto oficial del Concejo Deliberante, Gieco parece haber abrazado un estilo político que combina ignorancia performática, agresividad gratuita y una concepción patrimonialista del poder. ¿No puede leer o simplemente no le interesa? ¿No sabe contenerse o siente que no debe?

Los episodios se acumulan como parte de una crónica que parece escrita con la lógica del grotesco criollo. A un camionero que descargaba mercadería lo habría increpado con insultos y amenazas: le habría dicho que lo iba a mandar preso, como si el cargo de intendente incluyera facultades judiciales. A vecinos que sacaban la poda en horarios “incorrectos”, los increpó con tono de capataz ofendido. Se habría peleado con empleados del corralón municipal, al punto de que uno de ellos, según trascendidos, lo persiguió con una llave inglesa. Desde entonces, Gieco habría dejado de pisar el lugar. En la sede municipal, los gritos e improperios se han vuelto parte de la rutina: varios empleados administrativos han sido blanco de sus explosiones verbales.

La situación se agrava cuando se traslada al plano institucional. Hay testimonios de su interferencia en sesiones del Concejo Deliberante, donde ha insultado a ciudadanos que asistían a debatir cuestiones de seguridad. Una concesionaria de cantina asegura que le habría sustraído comida sin pagar, con el argumento de que ella le debía al municipio. El episodio más inquietante quizás sea el ocurrido en el cementerio: luego de ordenar la suspensión de materiales para construir nichos, habría increpado a los trabajadores por no continuar las obras.

¿Estamos frente a un nuevo modelo de autoridad basado en el berrinche, el abuso y la teatralidad violenta? ¿O se trata simplemente de un hombre que no está en condiciones emocionales —o incluso cognitivas— de ejercer el cargo que ocupa?

Lo cierto es que Gieco no es una excepción, sino una expresión. Su comportamiento habla tanto de él como de las condiciones políticas y culturales que permiten que alguien así llegue a una intendencia y permanezca en ella.

Tal vez no estemos ante un caso clínico individual, sino frente a una patología colectiva: la de una democracia que ya no exige integridad, sino espectáculo.

Nota de El Beto de Diamante

Darrichón en Neo Net Music: críticas a Gieco, preocupación por el parque industrial y su apoyo a Deccó


Este lunes, el exintendente de Diamante, Juan Carlos Darrichón, visitó los estudios de Neo Net Music y participó en el programa Rompiendo Las Horas, donde se refirió a la apertura de sesiones legislativas y a las críticas que el actual presidente municipal, Ezio Gieco, lanzó contra su gestión.

Darrichón cuestionó la capacidad de Gieco para gobernar y lo acusó de no haber concretado obras importantes en la ciudad. “Han pasado dos años y, en vez de demostrar su capacidad, solo sigue mostrando su incapacidad”, afirmó el exjefe comunal.

Durante la entrevista, Darrichón se refirió a la obra de la bajada del puerto, que sigue sin ser reparada, y responsabilizó al actual gobierno municipal por no avanzar en su reparación. “No veo intenciones de que mueva el cemento articulado y lo arregle, cuando es algo que se puede hacer por etapas”, señaló. Además, criticó la falta de gestión para terminar la nueva terminal de ómnibus, destacando que otros municipios ya han logrado financiamiento nacional para proyectos similares. “Gestionar en Buenos Aires y golpear puertas también es tarea de un intendente”, remarcó.

El exintendente también expresó su preocupación por el estado del parque industrial y la posible partida de la empresa Cartellone, a la que, según él, no se le han cobrado los impuestos correspondientes. “Hoy ver el parque industrial en el estado que está me deja sin palabras. No le cobraron un impuesto a Cartellone, y estamos a días de que la empresa se vaya”, denunció. Además, criticó el alto costo que tendrá la extensión de la red de agua potable, algo que, según Darrichón, podría haberse gestionado de manera más eficiente durante su mandato, y los concejales de Ezio se opusieron.

En otro momento de la entrevista, Darrichón celebró la asunción de Silvina Deccó como legisladora por el Departamento Diamante, destacando su trayectoria y compromiso con la comunidad. “Era bien merecido el lugar para Silvina. Estaré para darle una mano en lo que pueda, ya sea gestionando o en lo que ella necesite”, afirmó. Deccó, reconocida por su trabajo en la región, asumió recientemente su cargo en la legislatura provincial.

Para finalizar, Darrichón compartió su visión sobre la actualidad política del país y la provincia, así como sobre el futuro del peronismo. Aunque no entró en detalles específicos, dejó en claro su descontento con el modelo de gobierno actual y su impacto en la obra pública. “Este modelo de gobierno viene a destrozar la obra pública y a soltarle la mano a los gobernadores”, concluyó, reafirmando su postura crítica hacia la gestión nacional y local.

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