Subió la Canasta Básica y una familia tipo ya precisa casi $1.130.000 para no ser pobre

Tanto la canasta que mide pobreza como la que mide indigencia aumentaron en junio en relación a los meses anteriores.

El costo de la Canasta Básica Total (CBT) subió 1,6% en junio, mientras que el de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) lo hizo en un 1,1%. En ambos casos se verificó una aceleración respecto del mes previo, según los datos del Indec.

En el caso de la CBT, se trató del mayor incremento en tres meses, pese a que la variación no fue tan grande. Dado que esta canasta determina la línea de pobreza, en el sexto mes del año una familia “tipo” (compuesta por dos adultos y dos niños) necesitó $1.128.398 para no ser considerada pobre.

Asimismo, esa misma familia requirió $506.008 para no caer en la indigencia, dado que ese fue el valor de la CBA. Vale recordar que esta cesta se determina tomando en cuenta los nutrientes imprescindibles para que un varón adulto de entre 30 y 60 años, de actividad moderada (“adulto equivalente”), cubra durante un mes sus necesidades. Los alimentos y sus cantidades se tomaron en función de los hábitos de consumo de la población a partir de la información provista por la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) elaborada por INDEC.

Con estos números, en el primer semestre la canasta alimentaria trepó 12,6%, mientras que la canasta total avanzó 10,1%. Ambas arrojaron incrementos por debajo de la inflación general, que superó tenuemente el 15% en el mismo período.

La inflación de junio fue de 1,6% según el Indec

El INDEC difundió el dato de inflación del sexto mes del año; en el primer semestre acumuló un alza de 15,1%.

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de junio fue de 1,6% y acumuló un total de 39,4% en comparación con el mismo mes del año pasado, según informó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).

En lo que va del año, acumuló un alza de 15,1%.

La división de mayor aumento en el mes fue Educación (3,7%), seguido por Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (3,4%).

Las dos divisiones que registraron las menores variaciones en junio de 2025 fueron Alimentos y bebidas no alcohólicas (0,6%) y Prendas de vestir y calzado (0,5%).

La inflación de mayo fue del 1,5% según el Indec

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo registró un incremento del 1,5%, marcando así la inflación mensual más baja desde 2020.

Según datos oficiales, también se logró una desaceleración en la variación interanual, que fue del 43,5%, lo que representa el nivel más bajo en más de cuatro años.

Desde el Ministerio de Economía atribuyen esta caída a una combinación de políticas fiscales, contención del gasto y medidas sobre los precios regulados. Las estadísticas muestran que el alza de precios acumulada entre enero y mayo fue del 13,3%, dato que se destaca como el más bajo desde el mismo período de 2020. Además, la inflación núcleo fue del 2,2% y los rubros estacionales mostraron una caída del 2,7%.

Entre los rubros que más aumentaron durante mayo se destacan Restaurantes y Hoteles (+3,5%), Comunicación (+3,1%) y Servicios públicos y vivienda (+3,1%). En contrapartida, el precio de las frutas bajó un 6%, mientras que las carnes mostraron un aumento moderado del 2,3%.

El Palacio de Hacienda destacó que trece meses consecutivos de desaceleración interanual dan señales de una tendencia sostenida, y afirmó que la media móvil de seis meses indica una estabilización progresiva. Este dato, según el gobierno, refuerza la confianza en el rumbo económico elegido y en sus expectativas de alcanzar una inflación de un solo dígito en el mediano plazo.

En paralelo, el informe resaltó que tanto la Canasta Básica Alimentaria como la Canasta Básica Total mostraron variaciones mínimas, con una caída del 0,4% y una suba del 0,1% respectivamente, representando los menores movimientos mensuales desde 2016. Este escenario alimenta el optimismo oficial en medio de un contexto económico aún desafiante.

Crianzas en crisis: Una fractura en el Otro Social

La Canasta Básica de Crianza no representa solo un conjunto de bienes materiales; es necesario pensarla como una estructura simbólica que sostiene el desarrollo subjetivo de niñas, niños y adolescentes. En nuestro país, el costo de la CBC que mide el INDEC es marcadamente mayor que el Salario Mínimo Vital y Móvil ($308.200), que apenas cubre un 67,5% de la misma.

La Canasta Básica de Crianza tiene en cuenta el costo de bienes, servicios y el de cuidados, y alcanzó en abril los $410.524 para menores de 1 año, $487.826 para niños de 1 a 3 años, $410.197 para niños de 4 a 5 años, y $515.984 para niños de 6 a 12 años. Dados estos datos alarmantes, es posible pensar que asistimos a una fractura en el Otro Social, ese que indica que no hay sujeto fuera de lo colectivo, ese Otro que debería garantizar condiciones básicas para el despliegue de la vida psíquica y que, sin embargo, se encuentra fragmentado.

Las estadísticas, lamentablemente, así lo reflejan cuando muestran que en el país el segmento de la población de los niños (0 a 14 años) es el más afectado por la pobreza, alcanzando un 51,9% en esta porción de la población. Indagando más, también es alarmante el porcentaje de argentinos que se encuentra en la pobreza entre los 12 y los 17 años, representando al 55,1%, constituyéndose así en la franja etaria más castigada. Esto también invita a reflexionar sobre qué consecuencias tiene transitar una etapa tan importante de la vida, previa al mundo adulto y al mercado laboral, en una situación con una dificultad tan marcada.

Volviendo a lo que se busca problematizar en este texto, desde el psicoanálisis entendemos que esta fractura tiene efectos profundos en la constitución del deseo, la identidad y los vínculos familiares, con un impacto marcado en mujeres e infancias. Lacan nos enseña que “el deseo se articula en torno a la falta”, pero cuando esa falta es impuesta por una violencia estructural, se transforma en privación. La pobreza no es solo la falta de recursos materiales, sino la exclusión de ciertos significantes sociales (ciudadano, digno, útil, etc.), una herida que fija la angustia en lo concreto.

Para las madres y cuidadoras —en su gran porcentaje, mujeres—, las coloca en un lugar de fracaso frente al ideal materno, generando culpa hacia los hijos. Se ha criticado el mandato social de la maternidad sacrificial, pero en contextos de pobreza, este mandato se exacerba. Las mujeres pobres cargan con el estigma de tener que hacer magia con los recursos insuficientes de los que disponen. Cuando una madre debe elegir entre comprar pañales o alimentos, esa elección deja marcas silenciosas en la trama familiar, que se traduce en hijas e hijos que renuncian a pedir para no angustiar a la madre, pesando así, de manera simbólica, lo no dicho.

En lo que respecta a los adolescentes, se observa en los varones una salida a la exclusión a través de la pulsión agresiva, que se traduce en consumo de sustancias o en hurtos, como consecuencia de la ausencia de un Otro que ofrezca alternativas simbólicas.

No quedan dudas de que la salida debe ser en conjunto, rechazando la crueldad neoliberal que patologiza y estigmatiza a las madres pobres por “no saber cuidar” mientras recorta políticas públicas. Debemos exigir al Estado políticas de cuidado con un presupuesto real, con acceso a la tierra y a la vivienda.

Como psicoanalistas comprometidos con la realidad, nuestro deber es escuchar y alojar lo que no se dice en las cifras: el de las infancias privadas de futuro y el de las mujeres que, con toda la carga, siguen sosteniendo el mundo.

Nota de opinión escrita por Leila Cañete
Licenciada en Psicología, docente universitaria e integrante del CISPER

Inflación de abril se modera al 2,8%, pero acumulada anual sigue en 11,6%

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) reportó este miércoles que la inflación de abril alcanzó el 2,8%, marcando una desaceleración frente al 3,7% registrado en marzo.

A pesar de esta leve mejora, los índices interanuales siguen siendo preocupantes: los precios acumularon un alza del 47,3% en los últimos doce meses, mientras que en lo que va de 2025 ya suman un incremento del 11,6%.

Tras la apertura parcial del cepo cambiario, existían temores de que la inflación de abril superara el pico de marzo, pero la dinámica de precios mostró cierta moderación. No obstante, el dato de marzo (3,7%) había sido el más alto en siete meses, superando incluso los índices de febrero (2,4%) y enero (2,2%), lo que refleja una tendencia alcista en el primer trimestre del año.

Los rubros que lideraron los aumentos en abril fueron Restaurantes y hoteles (4,1%), impulsados por el encarecimiento de comidas y bebidas fuera del hogar, seguido por Recreación y cultura (4,0%), debido a ajustes en servicios culturales. Por otro lado, Alimentos y bebidas no alcohólicas (2,9%) tuvo el mayor impacto generalizado en todas las regiones, con subas especialmente en carnes, lácteos y pan.

En contraste, los sectores con menores incrementos fueron Transporte (1,7%) y Equipamiento y mantenimiento del hogar (0,9%), mostrando cierta estabilidad en estos segmentos. Sin embargo, la persistente inflación en productos básicos sigue presionando el bolsillo de los consumidores, especialmente en alimentos, uno de los rubros más sensibles para los hogares.

Aunque la desaceleración de abril podría interpretarse como un alivio, los números acumulados confirman que la inflación sigue siendo un desafío crítico para la economía argentina. Con un índice interanual cercano al 50% y aumentos sostenidos en bienes esenciales, el control de precios continúa como uno de los principales temas en la agenda económica.

La inflación de febrero fue del 2,4% según el INDEC


Este viernes, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reveló que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero alcanzó el 2,4%, superando levemente las expectativas del mercado, que proyectaba un rango entre el 2,3% y el 2,7%.

Este incremento mensual contribuyó a que la inflación interanual llegara al 66,9%, mostrando una aceleración en comparación con el mes anterior. Los sectores que más influyeron en este repunte fueron vivienda, servicios básicos como agua, electricidad, gas, y alimentos.

El mes de enero había cerrado con un IPC del 2,2%, el más bajo en casi cinco años, lo que generó cierta esperanza de una desaceleración sostenida. Sin embargo, febrero trajo consigo un rebote inflacionario, impulsado principalmente por el alza en los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que registraron un aumento del 3,2%. Este comportamiento se vio especialmente afectado por el incremento en el precio de la carne, que subió un 2,7% en enero y acumula un 56% en los últimos doce meses.

Además de los alimentos, otros rubros que mostraron incrementos significativos fueron vivienda, servicios públicos, combustibles, restaurantes, hoteles, bebidas alcohólicas y tabaco. En contraste, las categorías con menores variaciones fueron equipamiento y mantenimiento del hogar (1,0%) y prendas de vestir y calzado (0,4%). El IPC núcleo, que excluye precios estacionales y regulados, lideró el aumento con un 2,9%, seguido por los precios regulados, que subieron un 2,3%.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la inflación mostró una desaceleración notable, ubicándose en el 2,1% para febrero, un punto porcentual por debajo del 3,1% registrado en enero. A pesar de esta reducción, la inflación interanual en la capital argentina sigue siendo elevada, acumulando un 79,4% en los últimos doce meses. Este descenso marca el tercer mes consecutivo de reducción en la tasa de inflación porteña.

Por otro lado, diversas consultoras privadas habían anticipado un repunte inflacionario para febrero. Equilibra estimó un IPC del 2,5%, mientras que EcoGo Consultores proyectó un 2,7%, destacando el fuerte incremento en los precios de alimentos y bebidas, que alcanzaron un 3,8%. A nivel interanual, se observó una desaceleración significativa, con una estimación del 66,7%, frente al 84,5% del mes anterior. Este descenso representa la décima caída consecutiva y sugiere un alivio relativo frente a los niveles críticos de inflación registrados en 2024.

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