El Gobierno frena parte del aumento a los combustibles y lo traslada a agosto

En una decisión que busca contener los precios en medio de un proceso de desinflación, el Gobierno nacional resolvió aplazar parcialmente el incremento del impuesto a los combustibles que debía entrar en vigor este 1 de julio.

A través del Decreto 441/2025, publicado en el Boletín Oficial, se definió aplicar solo una parte del ajuste correspondiente al primer trimestre de 2024, mientras que el resto se trasladará al mes de agosto.

La medida alcanza tanto al Impuesto sobre los Combustibles Líquidos (ICL) como al Impuesto al Dióxido de Carbono (IDC), ambos actualizados por inflación en virtud de la Ley 23.966. Para julio, se establecieron subas moderadas: $6,620 por litro de nafta y $5,346 para el gasoil, más adicionales en el caso de Patagonia y por el impacto ambiental. El aumento completo —que incluye ajustes de todo 2024 y principios de 2025— quedó diferido.

La decisión fue interpretada como un intento del Ministerio de Economía, liderado por Luis Caputo, de evitar un impacto directo en los surtidores que pueda desacelerar aún más el consumo. La venta de combustibles viene registrando bajas interanuales mayores al 10 %, lo que enciende luces de alerta en un contexto de fragilidad del poder adquisitivo.

Desde marzo, el esquema de actualización de estos tributos se implementa gradualmente. El tramo previsto para julio implicaba una corrección total acumulada, pero la nueva resolución optó por seguir dosificando el ajuste fiscal. Este patrón ya fue aplicado por distintas gestiones desde 2018, con sucesivas postergaciones para evitar choques inflacionarios.

Si bien la medida alivia temporalmente los bolsillos de los consumidores, implica una tensión entre el objetivo de recaudar y el compromiso de estabilización. El futuro del cronograma dependerá de variables como el dólar, la inflación y el cumplimiento de las metas fiscales, en un contexto donde cada decisión repercute directamente en el bolsillo y en la confianza del mercado.

Precio de la nafta en la mira: qué factores definen un posible aumento en julio

Las petroleras argentinas evalúan un eventual incremento en el precio de los combustibles a partir del próximo mes, ante la escalada del petróleo a nivel internacional.

El repunte se vincula con la creciente tensión en Medio Oriente, particularmente por el conflicto entre Irán e Israel, que encareció el barril Brent a más de 76 dólares, su valor más alto desde febrero.

Empresas del sector aseguran que aún existe cierto “margen” para contener la suba, ya que durante 2024 el barril promedió los 80 dólares y recientemente se había estabilizado en 60, lo que incluso derivó en una baja del 1% en el precio local de la nafta. Sin embargo, la volatilidad actual reaviva las dudas, sobre todo si se mantiene el alza en los próximos días.

Además del valor internacional del crudo, las petroleras toman en cuenta otros tres factores para definir sus ajustes mensuales: el tipo de cambio, los impuestos al combustible y los precios de los biocombustibles, determinados por la Secretaría de Energía. En ese “coctel”, advierten, cualquier modificación puede traducirse en nuevos precios para los consumidores.

Si bien el titular de YPF remarcó que no se deben tomar decisiones durante picos de crisis, la posibilidad de una interrupción en el estrecho de Ormuz —por donde transita el 35% del petróleo mundial— genera un escenario de alerta. El impacto local sería doble: por un lado, presiona los surtidores; por otro, mejora el ingreso de divisas si el país exporta más.

Por ahora, el sector observa con cautela. A principios de julio se definirá si hay aumento o no, en función de cómo evolucionen las variables. Mientras tanto, el consumidor argentino se enfrenta una vez más al dilema de un mercado global que influye directamente en su bolsillo.

La inflación de febrero fue del 2,4% según el INDEC


Este viernes, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) reveló que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de febrero alcanzó el 2,4%, superando levemente las expectativas del mercado, que proyectaba un rango entre el 2,3% y el 2,7%.

Este incremento mensual contribuyó a que la inflación interanual llegara al 66,9%, mostrando una aceleración en comparación con el mes anterior. Los sectores que más influyeron en este repunte fueron vivienda, servicios básicos como agua, electricidad, gas, y alimentos.

El mes de enero había cerrado con un IPC del 2,2%, el más bajo en casi cinco años, lo que generó cierta esperanza de una desaceleración sostenida. Sin embargo, febrero trajo consigo un rebote inflacionario, impulsado principalmente por el alza en los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que registraron un aumento del 3,2%. Este comportamiento se vio especialmente afectado por el incremento en el precio de la carne, que subió un 2,7% en enero y acumula un 56% en los últimos doce meses.

Además de los alimentos, otros rubros que mostraron incrementos significativos fueron vivienda, servicios públicos, combustibles, restaurantes, hoteles, bebidas alcohólicas y tabaco. En contraste, las categorías con menores variaciones fueron equipamiento y mantenimiento del hogar (1,0%) y prendas de vestir y calzado (0,4%). El IPC núcleo, que excluye precios estacionales y regulados, lideró el aumento con un 2,9%, seguido por los precios regulados, que subieron un 2,3%.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la inflación mostró una desaceleración notable, ubicándose en el 2,1% para febrero, un punto porcentual por debajo del 3,1% registrado en enero. A pesar de esta reducción, la inflación interanual en la capital argentina sigue siendo elevada, acumulando un 79,4% en los últimos doce meses. Este descenso marca el tercer mes consecutivo de reducción en la tasa de inflación porteña.

Por otro lado, diversas consultoras privadas habían anticipado un repunte inflacionario para febrero. Equilibra estimó un IPC del 2,5%, mientras que EcoGo Consultores proyectó un 2,7%, destacando el fuerte incremento en los precios de alimentos y bebidas, que alcanzaron un 3,8%. A nivel interanual, se observó una desaceleración significativa, con una estimación del 66,7%, frente al 84,5% del mes anterior. Este descenso representa la décima caída consecutiva y sugiere un alivio relativo frente a los niveles críticos de inflación registrados en 2024.

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